jueves, 29 de noviembre de 2012

Queridos jóvenes:

Quiero dejarles un mensaje, una reflexión en estos últimos días del colegio secundario. Cada uno de ustedes es una persona única e irrepetible con un valor infinito. Cada uno de ustedes tiene una personalidad, dones y capacidades distintas. El gran secreto del universo es que todos los seres brindan un servicio a los otros seres existentes. Basta ser un poco observador para percatarse de esta verdad. Así también los seres humanos están llamados al servicio, a la entrega, al don. Porque todo en la vida es don. Cuanto más se da, más se tiene. Al contrario, cuanto más queramos poseer, tener, custodiar para nosotros mismos, más pobres nos haremos, aunque las apariencias externas indiquen otra cosa.  Las personas que nos rodean valen más que todo el oro del mundo. Un buen momento con el otro vale más que todo lo que podamos poseer. Los bienes, son necesarios, son buenos, hacen falta, no tienen nada de malo. El problema surge cuando los valores se invierten.
La discordia, el aislamiento, la enemistad, las peleas existirán siempre en nuestras vidas. Para mí son pruebas, aprendizajes, que debemos atravesar, para darnos cuenta que la felicidad no está en afirmarnos ciegamente a nosotros mismos, sino en darse, compartir, amar, con humildad. Este es un gran tesoro. La humildad. La humildad no es humillarse. La humildad es vivir en la verdad de lo que se es. Uno entre otros, y esos otros con la misma dignidad y valor.

Están a punto de cerrar una puerta, para abrir muchas más. Comienzan otros desafíos, que los harán transitar por penas, sufrimientos y muchas alegrías y momentos de felicidad. Todo en el universo tiene este dinamismo de muerte y vida. Cuando una semilla cae en tierra, para germinar debe morir. Y solo cuando muere se hace fecunda. En la vida habrá que pasar por muchos momentos donde el esfuerzo, la constancia, la tenacidad los llevarán a innumerables conquistas.

Pero sobre todo les deseo que la felicidad golpee las puertas de sus vidas y sepan dejarla entrar. Porque como vimos en Filosofía, el hombre se enfrenta a cada paso con el riesgo de su libertad que puede abrir o cerrar.
Gracias por compartir el don de sus vidas en estos dos años de clases en las aulas del colegio. He aprendido mucho de cada uno de ustedes. Mucho más de lo que les pude dar. Nos seguimos viendo Guido, Sebastian, Juan, Oriana, Fede, Federica y Augusto. Los aprecio un montón.

Matías
Prof. de Filosofía.

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